Breve Historia Hotelera de Tupiza

Breve Historia Hotelera de Tupiza

20 de octubre de 2020

Por: Fabiola Mitru T. de Sánchez

Fotos: Colección Daniel Buck y Anne Meadows

Foto de Portada: Hotel Internacional, alrededor de 1907.

En mi búsqueda, rescate algunas anécdotas que se leen con gusto. Una de las más antiguas, la encontré en el libro titulado "Un viaje a Bolivia" escrito por Don Alberto Blancas, quien se integró como secretario a la delegación de políticos liderizados por el ministro argentino Dr. Dardo Rocha, en su viaje a Bolivia en el año 1895. El motivo del viaje, fue el recelo argentino por la mejoría en las relaciones entre Bolivia y Chile, poco después de la finalización de la Guerra del Pacífico.

En aquella época en que se viajaba en carretas, diligencias o a lomo de mula, esta delegación salió de Buenos Aires un 16 de julio de 1895, pasó por Tupiza al anochecer del 31 de julio y llegó a Potosí tras 27 largos días de viaje un 4 de agosto. Alberto Blancas, quedó tan impresionado con este viaje, que decidió escribir un libro, que se editó –con reducido tiraje- en Santiago de Chile el año 1900.

En las partes sobresalientes y que nos competen, describe la calurosa acogida que tuvieron en Villazón por Don Manuel E. Aramayo, en ese entonces corresponsal de “La Prensa” de Buenos Aires en Tupiza, en las cercanías de Tupiza, al llegar a Entre Ríos, la impresión que les causo El Angosto, se refleja textualmente en las siguientes palabras: “Si la naturaleza es imponente, si hay algo que pueda representar su grandiosidad, es sin duda alguna el Angosto de Tupiza. Los cerros, de más de doscientos metros de elevación y a pique, estrechan el río y no le dejan sino un pasaje de ocho o diez metros de ancho en una extensión de veinticinco a treinta metros. A la entrada y a la salida, las montañas forman un espacioso anfiteatro. En la época de lluvias es infranqueable aun para los hombres en buenos caballos, porque la fuerza de la corriente es tal que expone a serios y fatales peligros. Pasando el Angosto, un numeroso grupo de vecinos nos esperaba con banderas argentinas y bolivianas a los gritos de “¡Viva Bolivia!, ¡Viva la República de Argentina! y ¡Viva la Legación! Diósenos la bienvenida en términos elocuentes y afectuosos. Continuamos nuestro viaje acompañados por todas las personas que nos esperaron en el Angosto de Tupiza, el que desde ese día quedó bautizado con el nombre de Angosto Rocha y sobre la piedra bruta se ha esculpido su dedicatoria”.

Llegando a Tupiza fueron invitados a tomar una copa de champagne en el “Hotel Argentino”. En ese tiempo, indican, “la población de Tupiza era de unas 2000 almas y ofrecía recursos y medios fáciles de locomoción, en la ciudad existían unos 500 caballos y un número similar por los alrededores. Sus habitantes los usaban mucho y tenían excelente reputación de jinetes. La ciudad es pequeña y pintoresca y le dan vida el blanco y azul con el que están pintadas sus casas. Existe una iglesia antigua muy pobre y se está concluyendo un espléndido templo que le haría honor a su belleza”. 

El 1º de agosto la comitiva continuo viaje hacia Potosí pasando por Tambillo, Choroma y Salo, lugares de los cuales, don Alberto Blancas tuvo la siguiente impresión: “Si la fantasía necesitara un campo para traducir sus concepciones, sin duda alguna lo encontraría en ese camino de Tupiza a Salo. Yo no he visitado en el mundo nada que pueda igualarse. Una de las curiosidades que se ofrecen en esa sucesión infinita de combinaciones fantásticas, es la de una estatua colosal colocada en una de la vueltas del camino, sobre uno de los cerros más altos, y que representa a Napoleón I, cruzado de brazos con su capote gris y su bicornio atravesado; estatua colosal digna del buril de un artista y que no es más que el capricho de la naturaleza, que parece ha querido hasta en América inmortalizar el nombre del genio de guerra. Esta misma estatua mirada de atrás representa un fraile franciscano con su capucha, su hábito y su actitud mística. ¡Qué contraste tan curioso! ¡Qué efectos tan originales! De Tupiza a Salo, sobre todo de San Miguel hasta Salo, las vistas son espléndidas y a cada momento se producen los efectos que acabo de indicar, especialmente en el lugar llamado Palala”.

Esta mención del “Hotel Argentino” en el año 1895, parece ser la referencia más antigua sobre la existencia de un hotel en tierras chicheñas. Posteriormente en el año 1905, en la 2da. Edición de la guía “Baedeker of the Argentine Republic: including also parts of Brazil, the Republic of Uruguay, Chili and Bolivia, with maps and plans of the Argentine Republic, of the town of Buenos Aires, of Montevideo, of Rosario, of the railway lines, and numerous ilustrations", se publica sobre Tupiza el siguiente comentario:   "Tupiza (3098 m), es una villa con 1800 habitantes, sin actividades, el edificio de la aduana, prefectura y la iglesia fueron recién construidos. Hay telégrafo, una sucursal del Banco Nacional y también un hotel -El Internacional- que representa en calidad, un buen promedio en Bolivia". Al respecto, me atrevo a postular, que esta cita, sería la primera con características de promoción turística, escrita sobre Tupiza. La primera edición de esta guía turística latinoamericana se publicó en el año 1900.

El dato sobre el “Hotel Internacional”, se corrobora con los ya encontrados, en el artículo titulado “Butch and Sundance slept here” publicado en la revista True West en 1999, escrito por Daniel Buck, donde se reproduce del viejo periódico local “El Chorolque” de fecha 4 de Noviembre de 1908, el cual incluye información sobre los hoteles de Tupiza en esos años. Uno de ellos, es el Hotel Términus, donde Butch Cassidy aparece hospedado con el nombre falso de Santiago Lowe, poco antes de que él y Sundance Kid robaran el dinero destinado al pago de los mineros en Huaca Huañusca. El otro establecimiento es el Hotel Internacional, donde figuran hospedados Jefes y oficiales del Regimiento “Abaroa”, quienes en esa época conformaron el grupo de oficiales y soldados que persiguieron y acorralaron a estos dos pistoleros en San Vicente.

Bajo el título de “Estadística y Movimiento de pasajeros Hotel Términus – Alojados”, el artículo incluye, un listado de otras 12 personas, nombres entre los cuales figura el del legendario bandolero, ligando su leyenda y aventuras a la hotelería en la Tupiza de aquellos años.

Corroborando la existencia del hotel Términus, en el periódico el Chorolque del 22 de octubre de 1909, con el título de 3º PREGON, se informa sobre el remate de la casa de doña Felisa P. v. de Pizarro, situada en la plaza independencia en la que se halla el hotel Términus, ejecución que le seguía don Macedonio Quiroga por una deuda contraída, firma como testigo de actuación don Esteban Villena.

También en el periódico El Chorolque, de febrero de 1911, en su sección crónicas, relatan que un lunes 20-02-1911, los amigos de Don Félix Avelino Aramayo, le habían organizado un baile de despedida en los salones del Hotel España donde asistió toda la sociedad “distinguida” de Tupiza.

Foto: Desfile en plaza Independencia 1920, al fondo el Hotel Torino

Una fotografía de la colección de Daniel Buck y Anne Meadows, confirma la existencia del “Hotel Torino” aproximadamente en el año 1910, ubicado en la esquina nor-oeste de la plaza principal de Tupiza, espacio actualmente ocupado por la Universidad de Auditoría. Otra fotografía aún más antigua, del mismo lugar, muestra que previamente en ese lugar funcionaba una botica.

Foto: Edificio con techo pico que fue en 1905 una Botica y después el Hotel Torino

En el año 1920, se publica un libro titulado “Three Asses in Bolivia”, que relata las aventuras de tres ingleses en su viaje de Salta a Oruro, menciona que el grupo se quedó varado por varios días en Tupiza por el mal tiempo. En esa época el tren sólo llegaba hasta Atocha, desde donde salía una diligencia o había que montar en mula para llegar hasta Tupiza. Mencionan a un hotel “De la buena vista”, aclarando que es un nombre ficticio, pero del que no tuvieron una buena impresión. Al parecer se referían al Hotel Torino.

En el libro Crónicas de Tupiza de Iván Barrientos Oviedo, menciona que un 10 de mayo de 1924, más de 2000 jinetes entre soldados de caballería y chicheños vestidos con ropas de paisano, escoltaron al entonces presidente Dr. Bautista Saavedra desde Oploca a Tupiza para participar en la inauguración del servicio ferroviario La Quiaca – Tupiza. En inmediaciones de la estación del ferrocarril existía un ambiente de fiesta y algarabía, toda la ciudadanía y la de los alrededores se había congregado para ver el ingreso de la locomotora Nº 2, que lo hizo muy lentamente, al son de la banda del ejército y concluyó este acontecimiento con un espléndido banquete  y baile social en los ambientes del entonces Hotel Europa, que posteriormente se denominó Hotel Colón.

No dispongo de más datos sobre estos hospedajes, quienes eran los propietarios o por cuantos años funcionaron en Tupiza, pero a juzgar por las fechas y relatos, pueden haber sido los primeros albergues calificados como hoteles en aquellos tiempos.

Por otro lado, largas conversaciones con mi padre -Manuel Mitru Andrade-, revisando cartas, fechas, y escuchando sus memorias, me permiten postular con alguna certeza que, alrededor del año 1916, en que mi abuelo paterno  Nicolás Mitru, arriba a Sud-América y luego a Tupiza, en las circunstancias que relataré posteriormente, se puede verificar claramente, su actividad ligada a los inicios de la hotelería en nuestra ciudad.

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